jueves, 18 de septiembre de 2014

LA AGENDA OCULTA DE LA EDUCACIÓN ACTUAL

Alguien dijo que quien no conoce nuestra historia, está condenado a repetirla...
¿Sabemos qué intereses hay tras el sistema educativo?...
Quien observa sus creencias, programas mentales, condicionamientos sociales puede optar por desprogramarse de aquello que le trae sufrimiento y aleja de la felicidad, comenzando así la tarea de ser libre... ¿Podremos liberar a nuestros descendientes de esta tarea evitando las tareas que nos obligan a ser programados?...Para esto, HAY QUE CAMBIAR LA EDUCACIÓN, Y CONOCER CÓMO FUNCIONA Y SU HISTORIA NOS SIRVE EN TAL PROPOSITO.

martes, 9 de septiembre de 2014

INVESTIGACIÓN QUE MUESTRA LA EFICACIA CIENTÍFICA DEL REIKI U OTRAS TERAPIAS DE "IMPOSICIÓN" DE MANOS

Para entender los cambios biológicos de reiki,  el psicobiólogo Ricardo  Monezi probó el tratamiento en ratones con cáncer. “El animal no tiene la preparación psicológica, la fe, las creencias y la empatía por el terapeuta, para a partir de la experimentación con ellos, aislar el efecto placebo “, dice. Para su investigación de la USP, Monezi escogió entre toda la práctica de  imposición de manos a Reiki, por ser el único que no tiene connotaciones religiosas.
En el experimento, el equipo de investigación dividido 60 ratones con tumores en tres grupos. El grupo control no recibió tratamiento, el grupo de “control de guante” con las fuerzas recibieron un par de guantes unidos a mangos de madera, y el grupo “imposición” siempre tuvo el tratamiento tradicional a manos de la misma persona.
Ricardo Monezi
Después del sacrificio, los animales fueron evaluados para la respuesta inmune, es decir, la capacidad del cuerpo para destruir los tumores. Los resultados mostraron que, en el grupo “imposición”, las células blancas de la sangre y las células inmunes habían duplicado su capacidad para reconocer y destruir las células cancerosas.
“No  sé todavía distinguir si la energía reiki que trabaja es de tipo magnética, eléctrica o electromagnética. Los artículos que describen  la naturaleza sutil de energía “toman su  explicación por la física actual”, dice Monezi. Según él, esta energía produce ondas físicas, que libera unas hormonas capaces de activar las células de defensa del organismo. La conclusión del estudio fue que, ya que no hubo diferencias significativas en los grupos que no reciben reiki, los cambios fisiológicos en el grupo que se sometió a tratamiento no se deben al efecto placebo.El equipo ha iniciado el análisis de los efectos de reiki en los seres humanos. El estudio aún no ha concluido, pero la psicóloga dijo que el primer grupo de 16 personas, muestra resultados positivos. “Los resultados sugieren una mejora, por ejemplo, la calidad de vida, y reducción de los síntomas de ansiedad y depresión.” El trabajo es parte de su tesis doctoral en la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp.)
Y estos no son los únicos trabajo realizado con las terapias complementarias en Brasil. La psicóloga Elisa Harumi, evalúa los efectos de Reiki en los pacientes que han sido sometidos a quimioterapia, el médico de la acupuntura Flavia Freire observó mejoría de hasta un 60% en los pacientes con apnea del sueño tratados con agujas. La cantidad de investigaciónes recientes sobre el tema muestran que la ciencia esta cada vez más interesada ​​en los mecanismos y los efectos de las terapias complementarias.



jueves, 4 de septiembre de 2014

CÓMO CUMPLIR TU PROPÓSITO DE VIDA

Preparen sus Egos, que intentarán salir corriendo al enfrentarse a verdades incómodas. Sobretodo para quienes se crean muy iluminados o despiertos por tener un gran número de cursos y talleres de tal o cual cosa dentro del mundillo espiritual. Fantástica Virginia Blades dando en el clavo hablando de lo que otros no se atreven por temor a perder su imagen espiritual, o porque no están pa eso... Todo está bien.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

CÓMO LOS PENSAMIENTOS NOS SANAN O ENFERMAN


mente-cuerpo
A menudo leemos en libros de autoayuda o autoconocimiento, que los pensamientos de carga negativa o destructiva, afectan a la salud y pueden crear enfermedades. Que cuidar nuestros pensamientos puede tener una incidencia directa en nuestra salud, como poco.
Este tipo de aseveraciones, así tan resumidas (porque la industria editorial de hoy en día parece premiar los libros comerciales y resumidos, frente a los detallados y más técnicos) son una realidad. El problema es que no se explica el proceso por el cual el pensamiento de las personas se convierte directamente en parte de su salud, creando enfermedades y patologías o produciendo todo lo contrario: Mejoría y curaciones.
En el post de hoy vamos a hacer lo que muchos de esos documentales y libros no hacen: Explicar cómo funciona y de qué manera opera el proceso bioquímico completo por el cual nuestros pensamientos afectan directamente a nuestra salud tanto para bien como para mal.
Porque creemos que todo lo que se explica es fácilmente comprensible, mientras que lo que no se explica pasa a formar parte de la creencia. O se cree o no… pero no se comprende.
Veamos, pues, de qué manera un simple pensamiento (cada pensamiento que tenemos) afecta, física y materialmente, a nuestro organismo. El proceso es tan enriquecedor como interesante, de manera que merece la pena conocerlo a fondo porque, así, nos estaremos conociendo a nosotros mismos. Estaremos conociendo cómo opera nuestra Máquina Perfecta: La Mente, y su extensión:
El cuerpo.
EL PROCESO QUE SIGUE UN PENSAMIENTO PARA CONVERTIRSE EN ENFERMEDAD (O TODO LO CONTRARIO):
El pensamiento es la actividad de nuestro cerebro. Los pensamientos, las emociones, cómo nos sentimos, nuestra personalidad, la forma en que respondemos a nuestra vida… Todo ello forma lo que conocemos como “Mente” o actividad mental. Pero ahora nos interesa analizar el pensamiento como el flujo de actividad eléctrica que se desarrolla en nuestro cerebro, concretamente, la actividad comunicativa entre las neuronas.
Esas conexiones eléctricas interneuronales son las que dan lugar a lo que conocemos como pensamientos (ya sean imágenes, sonidos, recuerdos y memorias, inspiraciones, ideas, etc…).
Una vez el cerebro ha creado y perseverado en una serie de pensamientos de un determinado tipo (alegres, destructivos, de crítica, humorísticos, inspirativos…) nuestro hipotálamo (el gran laboratorio químico de nuestro organismo) se pone en marcha. ¿Forma de proceder? Tan simple de describir como compleja es en su funcionamiento: El hipotálamo se pone a crear hormonas (péptidos) directamente vinculados a los pensamientos que nuestro cerebro está teniendo. Es decir, que nuestro hipotálamo creará combinaciones químicas de la misma tipología que los pensamientos que nuestro cerebro está produciendo.
De este modo, aparecen las “emociones”. Nuestro hipotálamo, al segregar e inundar el torrente sanguíneo con esas hormonas vinculadas a nuestros pensamientos, hace que nuestro cuerpo cree sensaciones. Por eso nos sentimos bien o mal, alegres o abatidos, calmados o nerviosos, como respuesta a nuestros pensamientos. Se trata, sencillamente, de que nuestro centro bioquímico (el hipotálamo) está creando productos químicos como el más perfecto laboratorio imaginable, para “dar forma de sensaciones” a los pensamientos que está produciendo nuestro cerebro.
Nuestro hipotálamo puede crear péptidos que nos hagan actuar deprisa ante situaciones de estrés; O puede segregar hormonas placenteras para adormecernos o para “premiarnos”. En definitiva, puede crear una sustancia química natural para cada proceso mental que esté en ese momento en marcha.
EL PROBLEMA:
El problema es que, por desconocimiento de estos procesos, la gente no es consciente de la importancia que tiene “pensar correctamente”. No se trata aquí de defender un tipo de pensamiento religioso o moral, ni nada por el estilo. Cuando decimos “pensamiento correcto” queremos decir, ni más ni menos, que el que sea adecuado y beneficioso para cada uno de nosotros. Ni más ni menos.
Como la mayoría de las personas desconoce la maquinaria bioquímica que se pone en marca cada vez que nuestro cerebro produce pensamientos de un tipo o de otro, la gente simplemente no puede controlar cómo se siente, o lo que es mucho más importante, no puede controlar el hecho de que muchas de esas sustancias químicas vinculadas a pensamientos destructivos, están literalmente, envenenando su cuerpo a diario y de ahí surgen enfermedades.
Pero vayamos por partes, ya que hemos dicho que íbamos a explicar el proceso completo y de forma clara:
Si, por ejemplo, permitimos que las tensiones de cada día nos mantengan en un estado de estrés, o de alerta y desconfianza (actividades que realizará nuestro cerebro a través de los pensamientos que crea y que no se controlan), nuestro hipotálamo responderá segregando sustancias químicas que colocarán nuestro organismo en modo “ataque/huida” que es la respuesta interna ante el peligro y, por ello, frente a una situación de vida o muerte.
Esa actividad del hipotálamo que es tan importante y decisiva en momentos puntuales de verdadero peligro, se vuelve autodestructiva cuando se experimenta muy continuada y regularmente. El estrés, la ansiedad, la prisa, la urgencia, la preocupación… hace que nuestro cerebro cree situaciones inexistentes y, como respuesta química a ello, nuestro hipotálamo segrega las hormonas correspondientes a un ataque o a una situación de peligro inminente para nuestra vida… Y así, durante horas al día, y durante días y días al año. Eso, simplemente, destroza nuestro cuerpo por intoxicación bioquímica, dado que ningún organismo puede vivir permanentemente en estado de shock, de peligro o de estrés/miedo continuado.
Esto es lo que da lugar a infartos, anginas de pecho, úlcaras gastrointestinales, hipertensión arterial, diabetes y un largo etcétera de patologías que pueden llegar a ser mortales. Y todo comienza… En nuestros pensamientos descontrolados que han dado la orden equivocada a nuestro hipotálamo para que produzca sustancias que, segregadas de manera continuada en nuestro torrente sanguíneo, envenenan nuestro cuerpo.
MÁS PATOLOGÍAS CON ORÍGEN EN LA GESTIÓN DEL PENSAMIENTO (EXPLICADAS):
Otro cúmulo de patologías y enfermedades que nuestro cuerpo padece sin que fuera necesario y que están directamente vinculadas a la forma en que pensamos son las infecciones víricas y bacteriológicas.
El procedimiento es similar al anterior, pero no idéntico: Bajo situaciones constantes de estrés, miedo, ansiedad y preocupación, como hemos explicado, nuestra actividad hormonal pone en marcha procesos de defensa/respuesta. Es decir, tensiona músculos, prepara el cuerpo para la potencial huída, redirige la circulación sanguínea, paraliza procesos internos no vitales, para atender una supuesta amenaza que no existe… pero que estamos imaginando.
¿Qué logra todo esto?… Pues ni más ni menos, que nuestro sistema inmunitario se desgaste, se colapse y no pueda repeler ataques que, en situaciones normales, está combatiendo y rechazando a diario (cuando funciona bien, claro está).
Así pillamos una gripe, sufrimos alergias, tardamos más en cicatrizar o en repeler infecciones, etc.. etc…
Y todo comienza por la actividad mental.
Debemos tener en cuenta, ahora que sabemos cómo opera la bioquímica de nuestro cerebro, que nuestros pensamientos son las “instrucciones” que le dará nuestro cerebro a nuestro hipotálamo para que éste cree las hormonas que correspondan a ese estado mental. Si no cuidamos nuestros pensamientos y procesos mentales, la bioquímica de nuestro organismo sencillamente seguirá un patrón equivocado y nos inundará de toxinas que no juegan a nuestro favor, sino que nos debilitan, primero emocionalmente y después orgánicamente.
Nuestros órganos dejan de funcionar adecuadamente para hacerlo en modo “alerta”, si vivimos bajo situaciones de estrés sostenido, prisa, preocupación y ansiedad. Con ello la circulación sanguínea falla, la tensión se dispara, la actividad nerviosa salta por los aires y aparecen las enfermedades en órganos como el corazón, los riñones, el páncreas y un largo etcétera de variables.
Del mismo modo, esas instrucciones incorrectas que no hemos sabido parar y revertir en nuestros pensamientos afectan a nuestro sistema emocional: Agotamiento, pena, rabia, frustración, depresión, bipolarismo… y un largo etcétera de variables de orden nervioso y emocional. Tan peligrosas o más que las orgánicas.
EL CONOCIMIENTO ES LA SOLUCIÓN
Ahora que sabemos cómo se origina el proceso (pensamiento – hipotálamo – hormonas – envenenamiento del cuerpo – destrucción del sistema inmunitario) podemos también invertir el proceso.
Pensamientos de confianza, amor, seguridad, tranquilidad, calma, paz, alegría… Inician una secuencia totalmente diferente a la que da lugar a enfermedades. En estos otros casos, nuestro hipotálamo produce hormonas endorfinas, placenteras, de anestesia, calma, tranquilidad etc… Que contribuyen a que nuestro organismo pueda operar con normalidad y no bajo amenazas.
Nuestro sistema inmunitario puede hacer su trabajo de manera eficiente, el riego sanguíneo sigue el modelo y ritmo óptimos, nuestros órganos operan bajo condiciones perfectas.
Y todo comienza con el detonante inicial: Los pensamientos: La llave a la bioquímica del cuerpo humano.
Ahora, ya sabes qué hay detrás de cada emoción y de por qué te sientes como te sientes en cada momento.
Ahora también sabes de qué forma y por qué pasos, un pensamiento se convierte en una toxina y afecta a tu organismo enfermándolo, o todo lo contrario: Sanándolo.
Y, como siempre que parendes algo nuevo e importante, ahora tú eres el dueñ@ de hacer los cambios oportunos, porque es tu calidad de vida y tu salud las que están en juego.
Saludos cordiales.

martes, 2 de septiembre de 2014

¿SERÍAS CAPAZ DE ESTAR UN AÑO SIN AZÚCAR?...

Eve O.Schab llevó a su familia a hacer el desafío de pasar un año sin comer azúcar. No podían creer la cantidad de cosas que tuvieron que dejar de comer, y tampoco cómo esto influyó en sus cuerpos un año después. Ella es autora del libro “Un año sin azúcar: La Memoria“. Y aquí les entregamos su testimonio:
Érase una vez una mujer muy saludable, o al menos, eso era lo que yo pensaba.
Si bien nunca tuve energía suficiente para llegar hasta el final del día, creía que era normal, con todos esos comerciales de bebidas energéticas asumía que no era la única sufriendo de este problema. Mi familia solía detestar la temporada de resfríos y gripes, pero en enero todos tienen un poco de esa fobia a los gérmenes.
Al menos, eso era lo que pensaba, hasta que llegó a mis manos una información inesperada sobre los efectos del azúcar. Según diversos expertos, el azúcar es lo que nos está haciendo engordar y enfermarnos, y mientras más los pensaba más sentido tenía. 1 de cada 7 estadounidenses  tiene síndrome metabólico, 1 de cada 3 estadounidenses es obseso. Las tasas de diabetes han subido de manera dramática y las enfermedades cardiovasculares son prácticamente la razón número 1 de muerte.
Según esta teoría, todos estos problemas pueden ser conectados con un alimento tóxico presente en nuestra dieta: el azúcar.

Una gran idea

Tomé todo esa información nueva y se me ocurrió una idea. Quería ver que tan difícil sería hacer que nuestra familia (mi esposo, nuestros dos hijos de 6 y 11 años y yo) pasara un año entero sin comer alimentos con azúcar refinada. Dejamos de consumir cualquier alimento que tuviesen endulzantes adicionados, fuese azúcar de mesa, miel, caramelo o jugo de frutas. También dejamos de consumir cualquier tipo de alimento que contuviera azúcar falsa o alcoholes con azúcar. Si lo dulce no venía de una fuente natural (un pedazo de fruta, por ejemplo) entonces no lo comíamos.
article-2602630-1CF0105000000578-674_634x559Una vez que comenzamos a leer las etiquetas de todos los alimentos nos dimos cuenta que el azúcar estaba en lugares increíbles: tortillas, vienesas, caldos de pollo, aderezos, galletas, mayonesa, tocino, pan e incluso en la comida para bebé. ¿Para qué añadir toda esta azúcar? Probablemente para hacer que estas comidas fueran más deliciosas, se preservaran por más tiempo y que la producción de los mismos fuera más barata.
Puedes pensar que estoy loca, pero evitar todo tipo de azúcar añadida durante un año me parecía una gran aventura. Tenía curiosidad por ver que pasaría y quería saber que tan difícil sería y cómo cambiaría mi lista del supermercado. Luego de continuar mi investigación, estaba convencida de que sacar el azúcar de nuestras vidas nos haría más saludables, lo que no esperaba era que me haría sentir mejor de una manera muy real y tangible.
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 Un año después

Era sutil pero notable: mientras más tiempo pasaba sin comer azúcar, más energía tenía. Y si alguna vez dudé de la conexión, pronto tuvimos un momento para probar nuestra teoría en el cumpleaños de mi esposo.
Durante nuestro año sin azúcar, teníamos una regla de que todos juntos podíamos comer un postre que tuviese azúcar una vez al mes. Si ese mes era tu cumpleaños, podías escoger que tipo de postre sería. Cuando llegamos  a septiembre, nos dimos cuenta que nuestros paladares habían comenzado a cambiar, porque cada mes disfrutábamos menos nuestro postre mensual.
no-sugar-baking_new-3cfa491f355f65d464bd71049682b125d51bda9ePero cuando comimos la torta de banana con capas rellenas de crema que mi marido había pedido para su cumpleaños, sabía que había algo nuevo sucediendo: no sólo no pude disfrutarlo, ni siquiera pude terminarlo. Tenía un sabor desagradablemente dulce para mi paladar e incluso hizo que mis dientes me dolieran. Me dolía la cabeza y mi corazón comenzó a latir más fuerte, me sentía horrible.
Me tomó una hora entera tirada en el sofá antes de recuperarme. “Cielos,” pensé “quizás el azúcar siempre me ha hecho sentir así de mal, sólo que nunca lo había notado.”
Luego de que nuestro año terminara, comencé a revisar que había pasado durante este período, cuantas veces mis hijos habían faltado al colegio por enfermedades comparado con años anteriores. La diferencia fue dramática: Mi hija mayor, Greta, pasó de haber faltado 15 días el año anterior a haber faltado sólo 2.
20140418105421Ahora que nuestro año sin azúcar se ha acabado, a veces comemos dulces, pero la manera en que nos alimentamos es muy diferente. Apreciamos el azúcar en cantidades mínimas y lo evitamos en comidas diarias (donde ni siquiera debería estar). Los postres los dejamos sólo para ocasiones especiales. Siento que mi cuerpo me agradece este cambio, ya no me preocupa quedarme sin energía y cuando llega la temporada de los resfríos ya no siento que tenga que esconder a mis hijos debajo de la cama. Cuando nos enfermamos, nos recuperamos más rápido, nuestros cuerpos están mejor equipados para ello: nos enfermamos menos y nos mejoramos más rápido. Sorprendentemente, luego de nuestro año sin azúcar todos nos sentimos más saludables y fuertes, y no hay nada que nos haga estornudar.

http://www.accionpreferente.com/salud/su-familia-dejo-de-comer-azucar-durante-un-ano-esto-es-lo-que-sucedio/