El camino de la Verdad es como una estrella en la noche que queremos alcanzar… Y en un principio la vemos al alcance de nuestras manos, con capacidad plena de llegar a poseerla fácilmente… Comenzamos a caminar hacia ella, para ver con asombro que se va alejando, y de nuestra vista se pierde, para quedarnos de nuevo envueltos en la oscuridad… Entonces, es cuando dentro de las tinieblas, cuando en ellas nos sentimos atrapados de nuevo sin salida, ocurre algo que nos hace ver el error que cometimos, pues no nos convenía el sendero tomado, y embaucados en él caímos… Tras darnos cuenta de esto, la estrella aparece de nuevo, iluminada, allá a lo lejos, de nuevo al alcance de la mano, pero ahora comprendimos, sentimos y nos percatamos, para saber desechar lo que nos guió erróneamente… Y la estrella vuelve a alejarse, pero ya no importa, porque su intensidad va en aumento, siendo suficiente para no hacernos cesar en ir hacia su encuentro… Y esta luz llega a ser tan fuerte, que aunque esté lejos la estrella, o así nos lo parezca, ya no existe oscuridad a nuestro lado… Para ser la atracción de esta luz, tan grande, que ya no existe vuelta atrás, y nada ni nadie puede impedir nuestro caminar, porque nada ni nadie puede ser más poderoso que la luz de la Verdad, cuando ésta nos llama desde nuestro propio corazón. POR ISAAC FERNÁNDEZ DE LA VILLA.
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