viernes, 4 de febrero de 2011

LO ABSURDO DEL NO HACER.


Dentro de la espiritualidad, y su mundo de búsqueda constante, y aparentes encontrares que engatusan para más que menos; encantarse y estancarse, encontré que se considera el despertarse o el iluminarse como un fin, una meta, donde dejarse caer en algo llamado "el no hacer"... ¿No es eso mismo lo que hacemos cuando vivimos programados, condicionados: No hacer algo por nuestro Ser, con nuestro Ser, sino hacer todo por pura programación, (condicionamiento)?... 
El mismo bucle se traslada al siguiente plano, para quedar de nuevo en lo plano, en el mordernos la cola, esta vez en un estado más complaciente. 
¿Qué nos separa de una planta entonces?... La planta no hace por crecer, pero si su expresión evolutiva entrase en un "no hacer total", ¿por qué crecer?... ¿Para qué crecer si nada hay que hacer?... Una planta no crea conscientemente, no fabrica herramientas para seguir construyendo otras herramientas que servirán para construir otras grandes cosas…  Y sin embargo sí se dobla en busca de la luz mientras crece...
¿Tenemos que convertirnos en plantas para dejar los dones otorgados a la humanidad en menosprecio hacia ellos?... ¿No sería una clase de egoísmo el dejarnos caer en la complacencia de nuestro nuevo estado de “Despiertos” o “Iluminados”, si nos convertimos en plantas?...  Así, el "no hacer" llevado a cierto punto, se convierte en un hacer de la Vida, de la energía que fluye por todos y todo, un absurdo salido de ideas y sentires complacientes, para caer de nuevo en el mismo estancamiento del que creímos haber salido… Encontrándonos con un mayor impedimento para hacer algo al respecto, sobre todo, si nos separamos de los demás por considerarnos alejados de ellos, mejores que ellos, dentro la común evolución, para de esta forma, no escuchar la Vida que por todas partes fluye e indica qué es aquello que podemos hacer, qué es aquello que podemos mejorar, qué es aquello que podemos crear, para apoyar una evolución que no deja de manifestarse y expresarse por doquier en constante Dar y Recibir… 
Así, estemos donde estemos y hayamos llegado a donde creamos que hayamos llegado, nunca deja de estar vigente la frase: “QUIEN HACE PUEDE EQUIVOCARSE, PERO QUIEN NO HACE, YA ESTÁ EQUIVOCADO”…
Isaac Fernández de la Villa.

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