miércoles, 13 de abril de 2011

EL ESCAPE ESPIRITUAL DE LA MENTE PROGRAMADA.


De pronto surge un problema, algo que nos incomoda, realizamos un juicio sobre un suceso, o sobre el comportamiento de alguien, y eso nos irrita. ¿Nos gustaría no irritarnos? ¿Cómo podríamos dejar de irritarnos o preocuparnos?... Solucionando el problema, investigan do sus ramificaciones superficiales hasta sus causas, hasta la posible causa que lo produce.
Irritados en cantidad, seguramente no queramos hacer nada de esto, sólo reaccionamos con respecto al asunto, e incluso a las personas que quieran ayudarnos a comprender en profundidad el mismo, porque estamos fuera de nosotros y no tenemos profundidad que analizar, sólo reacciones viscerales. Entonces podemos buscar drogas para contrarrestar estas reacciones, podemos fumar marihuana y acabamos con la inquietud, meditamos y todo parece calmarse, pero al día siguiente el problema se presenta de nuevo, pues no solucionamos las causas del mismo. La semilla de la discordia sigue en nosotros, en nuestras profundidades.
Es curioso ver nuestros escapes de los estados reactivos. Estamos irritados y alguien que nos ofrece su ayuda nos dice: “Observo que tal cosa te sucede” luego reaccionamos, pues no queremos solucionar nada. Decimos que no nos interesa, o que la vida es así, para no hacer algo por cambiar el bucle reactivo de siempre. “Todo está bien”, podemos decirnos y decir a todos con la boca chica, pues internamente sentimos los infiernos, y nos decimos resignados “la vida es mi maestra”, como si esperásemos un milagro espectacular, que constantemente rechazamos cuando viene en forma de ayuda de otra persona hacia nosotros. Ponemos nuestra salvación en lo abstracto, en la una Vida considerada como algo no perteneciente a los seres humanos que nos rodea, cuando son la parte de la vida más cercana a la Vida, que se nos presenta para ayudarnos.
Y así desviamos todo intento de solucionar algo hacia otro lado, siendo este absurdo en cuanto a que derivamos a lo abstracto, lo cual no nos lleva a ver las verdaderas raíces del conflicto que está en nosotros, no en otro planeta, en otra dimensión, u otra expresión mística que nos llena de autocomplacencia cuando logramos parchear con ella otro día más, esos pinchazos por donde no deja de escaparse nuestra felicidad, nuestra paz, nuestra alegría… Para consolarnos con decir: “Mañana será otro día”…


1 comentario:

  1. No hay problema, mañana me pasara lo mismo y así cuantas veces sea necesario, los problemas no se van si no profundizamos de verdad, los problemas o los solucionamos siendo sinceros con nosotros mismos o los escondemos como el que esconde la mierda bajo la alfombra, si lo escondo bajo la alfombra llegara el día en que saldrá otra vez, o cambiare la alfombra y veré la mierda escondida por mi... un abrazo hermano.te quiero Jaime

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