Hay personas que comparándose constantemente sólo viven para imitar a quienes consideran más felices que ellos. Éstas, viendo solamente lo exterior en los demás, pueden incluso creer que los ricos y famosos no tienen sufrimientos en sus vidas. Tal aberrante percepción es lo que a muchos nos lleva al esfuerzo constante de querer convertirnos en lo que no somos; en algo que no existe, y por tanto, a quedar sujetos en grandes sufrimientos provocados por querer mantener vivo algo en realidad muerto.
Imitando a los demás, podemos superar alguna que otra crisis de autoestima, pero pretender ser una copia de alguien toda nuestra vida, nos lleva a un terreno confuso, donde acabaremos sin saber quienes somos ni cómo encontrar nuestra propia felicidad algún día; porque nos alejamos de descubrir aquello para lo que nacimos, siendo esto algo que debe descubrir todo aquel que sinceramente pretende alcanzar en su vida, siquiera unos mínimos niveles de felicidad algo elevada sobre su consideración mundana.
Imitando sin reflexionar ni discernir sobre hacia dónde vamos, nos hace caminar en círculos; algo común en aquellos atrapados por sus deseos de obtener cosas materiales y experiencias emocionales o sensuales, pudiéndose unir ambas en las llamadas tramas pasionales tan difundidas actualmente con telenovelas altamente adictivas a estos aspectos. Las personas atrapadas en tales tramas desean algo y luchan por ello. Se sacrifican y pueden o no obtener lo deseado, y si lo obtienen se sienten “felices”, o mejor sería decir “dichosos y satisfechos” en su creencia de estar en la cúspide del mundo. Pero pronto caen las emociones obtenidas y de nuevo sufren para desear ascender otra vez a esa cumbre de falsa felicidad, pues se trata de algo similar a las dosis de drogas en los adictos. Entonces comienzan el mismo ciclo de satisfacción y placer versus sufrimientos y frustración: Quienes quedaron atrapados en el círculo vicioso de los deseos mundanos, caminan como ponis de feria, dando vueltas y más vueltas al rededor de un palo, para dejar pasar los años y nunca llegar a ningún lado; por lo menos digno de ser alcanzado, pues muchos son los que en el proceso convierten sus vidas en verdaderos infiernos.
(Incluido en EL BUSCADOR DE LA FELICIDAD, La Evolución del Ser, Parte 2. Descarga gratuíta en:http://www.bubok.com/libros/187489/EL-BUSCARDOR-DE-LA-FELICIDAD-La-Evolucion-del-Ser-Parte-2 )
Isaac Fernández de la Villa.
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