miércoles, 6 de julio de 2011

EL DIOS LLAMADO SUERTE



   En televisión, día tras días nos colocan sucesos lejanos, desagradables escenas o historias puntuales a las que nos vamos haciendo indiferentes. Nuestros mecanismos de adaptación las dejaron sin efectos sobre nosotros, y vemos cadáveres de niños muertos de hambre, o asesinados por tropas que dirigen nuestros propios gobernantes, cuerpos mutilados, quemados, asesinados de mil formas…, pero podemos seguir tomándonos la sopa como si nada.
Poco nos importa lo que lea pase a otros… Así dejamos nuestro futuro en manos de quienes actúan, en una ruleta rusa que mañana puede traernos el tiro de gracia… ¿Quien no puede imaginarse al viejo rico, gordo, con su traje y corbata bebiendo Whisky y fumándose un puro en un lujoso sillón frente a una chimenea. Despotricando de los pobres, los obreros o trabajadores, o en definitiva, de esa mayoría que no lograron tener tanto dinero y poder como ellos?... ¿Qué me importa que el planeta de vaya al garete si eso será después que yo muera?... Normalmente ateos de corazón, aunque por fuera no lo parezcan algunos, nada temen de sus actos hacia el futuro de la humanidad. Si estas personas y los gobiernos que manipulan económicamente y mediáticamente no llegan al Darse Cuenta de que son causantes de un sufrimiento inútil que podrían evitar, no llegarán al Osar y al Hacer algo, aunque sólo fuese por la vanidad de ser recordados por haber hecho algo bueno para los demás, en vez de morir para desaparecer en el anónimo basurero de la historia. 

Si estando vivos nos creemos algo, ¿por qué creer que muertos dejaremos de serlo?... 

Aún creyendo en el dios llamado suerte, puede ser que por ese mismo dios, por suerte o desgracia, tras la muerte física podamos seguir existiendo, y quizá esas voces que tanto nos hablaron de una justicia suprema estén esperándonos al otro lado. 

Pero claro, reflexionar así puede llevarnos a replantearnos toda nuestra vida, a cambiar cosas como no estamos dispuestos. Por eso preferimos seguir adorando al Dios de los ignorantes llamado Suerte:
El que nos concedió la bendición de nacer en un país desarrollado y no estar en los trenes de Madrid cuando explotaron, ni en las torres gemelas cuando se derrumbaron.
El que nos gobierna a su antojo con el miedo a la incertidumbre, que soportamos apoyándonos en el poder económico, puesto por sobre todas las cosas.
El que nos impide reflexionar sobre otras posibilidades, donde existen esperanzas dentro de cada circunstancia que experimentamos o sucede a nuestro alrededor; aunque la mayoría de las veces, no las comprendamos. 

Isaac Fernández de la Villa.

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