jueves, 22 de septiembre de 2011

TRAS LA PAZ INTERIOR

Desde que observé que el deseo insatisfecho es causa de sufrimientos, mis esfuerzos se dirigieron hacia la comprensión de los deseos. Indagué cómo se producían, cómo se mantenían y cómo disminuían.
Con el tiempo, logré casi sin saberlo, o apreciarlo, disminuir mis deseos. No sin esfuerzos y padecer sufrimientos, pues no es fácil deshacerse de deseos que durante años se han mantenido y alimentado en tu interior.
La paz interior parecía lejana, casi inalcanzable en mis comienzos, pero poco a poco, la fui vislumbrando como luz de linterna acercándose desde lo lejos en noche cerrada. La luz se acerca cada vez más, hasta que descubres; que a medida que los deseos desaparecen, dejan espacio a esa paz interior de la que tanto se habla en el mundo espiritual. Y no es posible crear pauta de comportamiento general para acelerar los resultados, pues cada persona es única y su método-camino, será único. Sólo uno mismo puede investigar y trabajar en sí mismo para alcanzar la paz interior que parece utopía.
La meta de la paz interior no es definible, si se define de algún modo, sólo se la limitanda, pues no es posible tener base de comparación para ponerle inicio o fin con respecto a ella misma: Algo que no se conoce, no se puede saber cuando se posee por completo, solamente podemos atribuir a ciertos logros intermedios un valor absoluto que en realidad no hemos alcanzado, pero dada la lejanía de su comprensión y en comparación con un estado anterior que poseíamos, podemos atribuirle nombres que denotan la conclusión que se esperaba; sea que trajo suficiente satisfacción o calma, o quizá, porque elegimos que nuestros logros merecen un descanso y preferimos creer que llegamos a algo, a una meta de algún tipo.

Isaac Fernández de la Villa.

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