¿Alguna vez has escuchado de verdad?...
¿Alguna vez has puesto toda tu concentración y tus sentidos por un instante en escuchar algo o a alguien?... Es como si no existiese nada más a tu alrededor. A esto me refiero.
Para que un terapeuta pueda realizar una acertada evaluación y terapéutica del paciente, lo más importante es efectuar una “verdadera escucha”.
Esta escucha, no se basa en oír las palabras de la anamnesis y sacar conclusiones sobre lo que le pasa a la persona. No se refiere tampoco a la escucha del tejido mediante la palpación. En realidad, este concepto abarca una amplitud inmensa.
En primera instancia, escuchar y cómo escuchas lo que al paciente le sucede y lo que nos demanda es muy importante; sin embargo, la verdadera escucha está aún en su primera fase.
Podemos destacar tres aspectos fundamentales a considerar en este proceso:
1. La quietud y serenidad del terapeuta
2. La propia introspección
3. La neutralidad
1. La quietud y serenidad del terapeuta
El primer aspecto es conseguir en nosotros mismos la “quietud y serenidad” como premisa básica. Si queremos escuchar de verdad, antes debemos callarnos a nosotros mismos. Esto requiere concentración y mucho entrenamiento, y si lo llevamos al extremo máximo, requiere poder estar a solas con nosotros mismos. Para ello, hemos de encontrar nuestra propia identidad, nuestro verdadero SER y de este modo, poder establecer nuestras propias referencias. Esto implica adentrarse en un inquietante y fantástico viaje hacia nuestro interior.
2. La propia introspección
El segundo aspecto que el terapeuta tiene que cultivar es “la propia introspección”.
“No podemos sanar a nadie, si no nos hemos sanado a nosotros mismos”.
Es fundamental conocernos en profundidad para evaluar y solucionar activamente todos los procesos físicos, mentales y emocionales, que hayan podido marcar en exceso nuestro “yo”.
Si no evaluamos nuestras necesidades adictivas emocionales, al menos las que más nos limitan, no podremos crear otras realidades, y menos aún escuchar a otra persona sin pasarla antes por nuestro filtro.
Es conveniente además de conocer estas adicciones emocionales propias, ser conscientes de las que nos son impuestas por nuestra herencia familiar y por nuestras propias experiencias kármicas de vidas anteriores.
Toda adicción emocional nos roba la libertad de elección, expresión y acción desde nuestro propio inconsciente. Nuestro cuerpo envía la orden al cerebro de que se está quedando sin reserva de esa emoción que siempre nos acompaña, y pide al cerebro que busque dentro de su sistema la situación o el recuerdo perfecto para atraer o crear de nuevo esa emoción. Si no aparece instantáneamente en nuestra vida, el cerebro buscará en su memoria ese recuerdo del pasado con una gran carga emocional, enviando la señal al hipotálamo para segregar más péptidos para esa emoción, y una vez fabricados, enviarlos en grandes cantidades al organismo.
Las células de todo el cuerpo, poseen en su membrana citoplasmática receptores a los que se unirán esos péptidos y esto hará que la información de ese sentimiento, llegue al centro de cada célula del cuerpo limitándonos en nuestro sentir y percibir otras emociones y experiencias.
Si no conseguimos romper ese círculo de adicción emocional, no podremos ser realmente libres, conscientes ni auténticos. Por ello, esta premisa es tan importante para nuestra evolución personal y para la verdadera escucha.
3. La neutralidad
El tercer aspecto es la neutralidad. Hemos de estar muy perceptivos y receptivos, muy abiertos a cualquier estímulo que podamos ver, oír, sentir o incluso intuir.
Ser neutral implica no inducir al paciente con nuestras propias ideas, emociones, sensaciones, percepciones,…desde un máximo respeto.
Por ello es importante establecer claramente nuestro propio punto de referencia desde nuestro propio autoconocimiento y desde un constante trabajo evolutivo. Todo esto es para no confundir nuestras propias experiencias con las del paciente.
Ya sabemos que cada célula posee memoria. En cada tejido, órgano, músculo… en cada parte de nuestro cuerpo, hay una gran cantidad de información.
Por ello, hemos de estar libres de todas estas restricciones y adicciones físicas, mentales y emocionales.
Una vez establecida la verdadera escucha, acompañada de una adecuada conexión con su sistema y en un amplio contexto de absoluta confianza por parte de ambos, se establecerá un intercambio de información que puede ser unidireccional o bidireccional, en función de lo que cada uno quiera o necesite, y por supuesto, según la habilidad del terapeuta.
Aquí subyace un nuevo concepto terapéutico. Mediante la verdadera escucha, podemos establecer un diálogo entre el inconsciente del terapeuta y del paciente.
Sería algo parecido a las neuronas espejo. Al igual que el paciente tiene la capacidad de transmitirnos información desde su inconsciente, también puede contactar con nuestro inconsciente. Si por ejemplo, el paciente tiene una fuerte emoción de sufrimiento por una abandono, y conecta con la libertad y felicidad que le transmite el terapeuta por todo su trabajo evolutivo, el paciente tendrá la posibilidad de ver ese sentimiento reflejado en su inconsciente y así experimentará aunque sea por unos instantes, esa nueva emoción.
A través de su estado creativo y de una íntima conexión con el paciente y con el universo, podremos transmitirle ese sentimiento de unión, de que nada está separado en el universo (el campo unificado).
Si el paciente lo elije, podrá dar otra alternativa emocional a su cerebro, a sus cuerpos y a su vida.
A partir de aquí, la tarea ya es muy personal. Pero al menos hemos tenido una oportunidad de hacernos conscientes de una emoción que estaba muy escondida en nuestro inconsciente y en nuestra alma, condicionando e impidiendo de este modo, que aflore nuestro verdadero SER.
“Nuestro cuerpo es como un mar de cristal por donde fluye el mensaje que nosotros mismos creamos con nuestra realidad física, mental y emocional”.
“La verdadera sanación se encuentra en la expresión del amor incondicional desde la pureza de nuestra alma”.
Con amor.
Autora: Inmaculada
Perea Salguero (impesal2012@gmail.com)