Cuando un pensamiento llega juzgando alguna situación, circunstancia u objeto, puede surgir otro que enjuicia nuestro primer pensamiento: Llega un juicio sobre algún asunto en el que deseamos no pensar. Primero surge el pensamiento (algo lo produce). Segundo surge el que podríamos llamar antipensamiento que dice; “no deseo juzgar” (Algo lo produce, y Tercero, existe el Observador que observa los dos anteriores (Algo Observa), y además, se hace capaz de aclarar el entramado mental…
Indagando, el primero pensamiento puede estar motivado por la personalidad programada tiempo atrás. El segundo pensamiento provoca tensión en el presente, rechazo contra el primero, basado en el juicio “lo mejor para mí es”, basándose en “mejor-peor, malo-bueno”, la dualidad… Y aunque esté más elevado en cuanto a la moralidad de su manifestación, sigue sujeto a la dualidad del no ser. Estos dos movimientos, participan del movimiento evolutivo de programación de la personalidad; se observa una versión anticuada, se juzga y mejora, proyectándose una versión actualizada o evolucionada. Lo cual, estando perfecto conforme al proceso evolutivo, sigue produciendo lucha interminable con sufrimientos y conflictos, pues la vieja personalidad se enfrentará con la nueva a vida o muerte, y aún cuando sea vencida en un terreno, luchará en otro para adentrarnos en un bucle interminable: La evolución de la personalidad conlleva lucha y sufrimientos constantes.
Pero tenemos al Observador, que al margen de la lucha, observa simplemente el primero y el segundo pensamiento, derivando nuestra energía hacia él mismo, y así la lucha se disipa, pues el juicio no cabe en la Observación, en la conciencia observadora, saliéndonos así del jueguecito de juicio y antijuicio, que no deja de ser otro juicio (abogado defensor, abogado acusador y nos hacemos maestros de la mecánica judicial). Con el Observador no hay juez, que sería una tercera evolución de la personalidad que enjuicia otras dos posturas, absurdas por su lineal evolución, horizontal, al ser el juicio de un juicio que enjuicia otro juicio. Así, la Observación, la Atención alerta que no enjuicia, es capaz de ver la trampa que la propia mente inferior (la de la personalidad condicionada), ejerce constantemente sobre nosotros, significando esto un inicio del despertar espiritual, una ampliación de conciencia, o simplemente el despertar. Para comenzar a salir de la personalidad condicionada que se esfuerza por no ceder protagonismo, aunque sea sacrificándose constantemente a ella misma para renacer evolucionada, y ser la misma mente programada quien sigue gobernando nuestro pensar y sentir…
Con esto podemos comprender la trampa más grande de la espiritualidad en su actual contexto social: Cuando leemos y aprendemos que la autocorrección, la transmutación, tal o cual curso o cursillo de miles de cosas que han salido al mercado, nos traerán beneficios necesarios para evolucionar espiritualmente. Sólo es la mente programada aprendiendo y trabajando en ello, para evolucionar diferentes aspectos sin salir de ella misma: Generando juicios y transcendiendo lo que considera no adecuado, aprendiendo de las enseñanzas espirituales para seguir embaucados en sus dominios, aunque nos sintamos bien pudiendo valorar y juzgar que avanzamos espiritualmente. Y aunque seas así, este camino es lento, lentísimo si no descubrimos la trampa que esto significa para un Observador que no aparecerá con claridad, por estar nuestra conciencia engañada con la dirección llevamos y nos complace temporalmente, pues seguimos en la dualidad causante de sufrimiento: Nuestra conciencia identificada con un primer pensamiento, como el recuerdo de una situación que nos desagrada, se engañará para generar angustias que nos llevan al segundo pensamiento. El que observó el primero y quiere modificarlo o se anule, lo que conlleva esfuerzo, desgaste, y en caso que no sepamos hacerlo, desesperanza y frustración… O mucho tiempo, pues la mente inferior es nula de producir cambios óptimos en sí misma de forma rápida y efectiva, sin represión o el “mirar para otro lado” hoy, para no solucionar las causas del conflicto y sufrirlo más adelante con más fuerza…
De esta forma, sólo desde el Observador, desde ese punto donde se carece de intención, se llevarán a cabo los cambios por sí solos, siempre en la medida que seamos capaces de mantener una conciencia Observadora, atenta, y en alerta constante.
ISAAC FERNÁNDEZ DE LA VILLA.
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