¿Recordamos cómo aprendimos a distinguir los colores por sus nombres?... Por estos procesos de percepción se hace posible el aprendizaje y que podamos relacionarnos. Y si la función principal de la percepción es procesar información para que podamos relacionarnos con lo de fuera de nuestro cuerpo, todo aquello que forma parte de un entorno, a su vez ha de poseer una percepción para poder generar su propia reacción, pudiendo así todo lo existente, mantener una relación individual con el mismo entorno en el cual nos movemos.
Si los animales poseen procesos de percepción para relacionarse con otros animales, las plantas lo tienen también para relacionarse con las condiciones externas, las que motivan su crecimiento y procreación, o determinan que se sequen y marchiten... Y descendiendo en la complejidad de tales procesos perceptivos, llegaremos a los niveles moleculares, donde los elementos químicos de la tabla periódica tienen un tipo de percepción básico, que les permite reaccionarse entre ellos para formar agrupaciones moleculares, como el agua: Dos átomos de hidrogeno unidos a uno de oxigeno. Y una molécula de agua debe tener un sistema perceptivo para saber qué hacer según las condiciones que les afectan. Así determinará lo conveniente de pasar de un estado a otro, como de hielo a líquido, o de líquido a vapor, según la temperatura a la que es sometida.
Quizá no sería apropiado llamar percepción al hablar de niveles moleculares o atómicos, sobre todo si estamos comparando tales procesos con la compleja percepción humana, pero algo debe hacer llevar a una molécula de agua a saber que es “bueno” cambiar de estado líquido a gaseoso cuando llega a cien grados centígrados. De igual forma algo debe indicarle que es “conveniente” congelarse cuando llega a cero grados… Nuestra percepción también nos avisa de lo conveniente de ponernos a la sombra en verano cuando el calor es intenso, y de abrigarnos cuando las temperaturas son bajas en invierno.
Todas las acciones y reacciones de nuestro mundo, para llevarse a cabo están orientadas bajo parámetros perceptivos de conveniencia evolutiva. Por tanto, todo lo susceptible a modificación debe poseer parámetros por los que pueda ser encauzada y realizada dicha modificación, sea que estén impresos en el propio mecanismo de percepción, o aparte y relación con él.
Si consideramos que toda la materia es energía susceptible de ser modificada, la percepción ha de ser algo que alcance hasta los estados atómicos de la materia, e incluso a los subatómicos y más allá. Y considerando que la evolución de la naturaleza conlleva la evolución de la percepción, la percepción podrá evolucionar de forma indefinida en su capacidad de procesar hacia niveles desconocidos. Así, la capacidad perceptiva que puede tener un compuesto químico, será capaz de evolucionar hacia la percepción de las plantas, los animales, para seguir luego a los niveles más complejos como es el caso de las percepciones humanas, y proseguir hacia las percepciones extrasensoriales, y más allá, hacia lo desconocido.
El Buscador sabe que la percepción no es algo estático, pues perteneciendo a la naturaleza en evolución, ésta evolucionará en capacidad de procesar datos y dar resultados. Por ello abre su mente y comprende la posibilidad real, de que existan personas que perciban cosas que él aún no es capaz de percibir. Así no rechaza el conocimiento que estas personas puedan aportarle.
Los conocimientos metafísicos son tomados en cuenta aplicándoles el reconocimiento de que aquello que no podamos ver o sentir nosotros, no significa que no exista ni que otros no puedan verlo o sentirlo, aunque se ha de tener la precaución de no creer ciegamente en nada, sino de reflexionar, investigar, contrastar y valorar, según POSIBILIDADES: Posibilidad no es lo mismo que creer, una posibilidad no impulsa nuestras vidas en base a ellas, actúa como agente comprensivo en nuestras indagaciones ayudando a mantener una mente abierta.
Incluido en EL BUSCADOR DE LA FELICIDAD. La Evolución del Ser. (Parte 7). Descarga gratuíta en: http://www.bubok.es/libro/detalles/201669/EL-BUSCADOR-DE-LA-FELICIDAD-La-Evolucion-del-Ser-Parte-7
Isaac Fernández de la Villa.
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