Cuando no estando incapacitados para caminar deseamos pasear, físicamente tenemos todo lo necesario para cumplir nuestro deseo… Pero si deseando pasear, estamos obligados a trabajar, y no siendo tal opción de nuestro agrado, significa que no somos tan libres como nos creernos.
Si deseando pasear nos obligamos a tomar café con esos amigos que desde hace años dejaron de serlo, no somos tan libres como pensamos… Así, nuestras vidas se llenaron de infinidad de cosas que siguen “obligándonos” a no satisfacer nuestros deseos, como deberes impuestos por un condicionamiento que nos dice: “Hay que mantener esas amistades superficiales, hay que trabajar para ganar más dinero, hay que acudir a ese compromiso para que no nos critiquen”, y muchas más circunstancias que nos siguen obligando absurdamente a realizar aquello que creyendo que deseamos, real y profundamente detestamos porque preferiríamos hacer otras cosas...
No somos tan libres como solemos creernos y nos ayudan a considerar las informaciones de alrededor, y las continuadas acciones impulsadas sin grandes motivaciones, nos van llenando de inmensas cantidades de pequeños deseos insatisfechos, que ignoramos porque siendo como somos, esclavos de nuestros condicionantes, creemos que estamos haciendo “lo correcto”: Pero, ¿lo correcto para quién, y para qué?...
Estamos sujetos a horarios impuestos por nuestro trabajo, realizamos actos por simple tradición cultural y rutinas familiares, más que por desear llevarlos a cabo porque nos agradan, sumando a nuestras vidas frustraciones tras frustraciones, por vernos sometidos a actuar hipócritamente hacia deseos de realizar otras cosas: Y trabajando en la oficina haciendo siempre lo mismo en un bucle de monotonía infinita, en la pared vemos ese póster de una paradisíaca playa, que es donde desearíamos estar, en vez de entre frías paredes grises y ambientes estresantes.
Salimos a la calle, y en cada una foto de alguien conduciendo el vehículo último modelo, que desde que lo vimos deseamos conducir pero no podemos hacerlo, porque no nos da el sueldo para cambiar el que tenemos, y uniendo estas a otras muchas circunstancias, nuestras vidas se llenaron de deseos insatisfechos para no ser tan libres como nos hacen creer aquellos, que bien nos grabaron en la mente lo que es falso totalmente y dice: “Libertad igual a elegir dirigentes cada cierta cantidad de años”, para que creyéndoles, creernos libres y seguir igual de esclavos que siempre. Aunque para no darnos cuenta de esto y evitar el esfuerzo que supone salir de esta esclavitud, nos decimos:
“Yo no voy a pasear porque Yo elegí trabajar, porque Yo elegí ganar dinero para mantener ese coche que Yo elegí, y esa casa que Yo elegí, y a esa familia que Yo elegí...” Pero, ¿realmente elegimos todas esas cosas, o sólo creemos haberlas elegido?...
En un programa televisivo, donde hablaban de cómo se reúnen anualmente los grupos de hombres poderosos que quieren controlar el mundo política y económicamente, para determinar las acciones que tomarían a nivel mundial durante el año siguiente, se permitía que los televidentes enviasen mensajes de texto por teléfonos móviles (o celulares en Latinoamérica). Estos salían por la parte baja de la pantalla, y fueron algo curioso. La mayoría escribía alegando en diferentes formas, lo que en síntesis se pude resumir en: “¡Mi vida la controlo yo, y nadie más!”...
¿Realmente creemos eso?... ¿Controlamos nuestras vidas y somos libres?...
Podemos vivir creyendo que elegimos nuestros electrodomésticos, porque entre algunos modelos distintos seleccionamos uno. Entre veinte televisores elegimos el que más nos gustó, o ¿nos dio nuestro alcance económico?... Entre diez lavaplatos elegimos uno, como lo hacemos entre quince DVD´s... Y así, por la forma en que adquirimos algunos bienes materiales, tenemos la impresión de poseer libertad, y que nuestra vida está bajo nuestro mandato sobre todo, cuando podemos elegir entre miles de pequeñas cosas. Pero en verdad es muy fácil comprobar que no somos libres en absoluto, sólo con preguntarnos lo siguiente:
“En el caso que nos tocase la lotería y tengamos varios millones de dólares, ¿cambiaríamos alguna de esas cosas que creemos haber elegido porque somos hombres y mujeres libres?...”
Si es cierto que elegimos libremente todo lo que tenemos y somos dueños de nuestras vidas, por más dinero que de pronto tengamos, nada cambiaríamos, pues siendo libres al elegir todo lo que tenemos, debemos tener lo que realmente deseamos… ¿Es realmente así?...
Seguramente, a la mayoría de nosotros, si nos tocase la lotería cambiaríamos hasta de esposa, porque muy pocas veces elegimos libremente, y tenemos miedo de hacerlo porque cuando lo hacemos provocamos cambios drásticos en nuestra forma de vivir que crea terremotos alrededor; son las cadenas y muros de nuestra prisión resquebrajándose…
Si no somos libres ni en lo pequeño, cuanto más en lo grande.
La Verdadera Libertad, está muy por encima del poder elegir entre unas cuantas opciones que otros han dispuesto a nuestro alcance, donde nuestro nivel económico y de condicionamiento que también nos fueron programados por otros, será lo que mayormente determine nuestra elección.
Imaginemos el padre que quiere un hijo abogado cuando nació para ser artista deseándolo con toda su alma:
Si ambos discuten sus posturas, la fuerte voluntad del padre podrá crear el condicionamiento en su hijo para que estudie abogacía. Entonces el padre vivirá “satisfecho” viendo crecer a su hijo en prestigio y nivel económico, mientras su hijo, permitiéndose vivir una vida para la que no nació. Si no pone remedio a esta situación, el hijo acabará siendo un infeliz toda su vida, eso sí, con mucho dinero, y frustración interna, y estrés; que podrá disimular y parchear comprando miles de cosas para no escuchar el moribundo anhelo de su vocación artística… Incluso podrá llegar a creer que es más feliz que millones de personas, ¿porque tiene más cosas que ellos?..., para en realidad, ser cualquier artista aunque pase frío en la calle mientras pinta, mucho más feliz que él aun teniendo casi nada en lo material.
Y, ¿nos creemos libres y felices en cuestión de relaciones?...
Podemos pretender que nuestra pareja haga lo que deseamos, pero ella puede tener el deseo de no hacerlo, y entonces se presenta el conflicto: Deseos de uno contra deseos del otro.
El Buscador sabe, que no se puede ser libre si se trata de obtener algo dependiente de la voluntad de otros. Y considerando que la opresión no es el camino adecuado, se da cuenta que la única solución para que sus deseos no se conviertan en frustración por no llegarse a cumplir, es cambiar el condicionamiento que los provoca: Sin deseos que no pueden satisfacerse, no puede haber deseos insatisfechos ni frustración derivadas de ellos, ni infelicidad al respecto.
Nuestros condicionamientos crea nuestros deseos, de poder, de dinero, de sexo, y todos los demás no vitales para las funciones básicas de nuestro cuerpo, pero, ¿podremos vivir algún día sin condicionamiento, lo que puede conllevar a vivir sin deseos y sin sufrimientos?...
Incluido en EL BUSCADOR DE LA FELICIDAD. La Evolución del Ser. Parte 5. Descarga gratuíta en: http://www.bubok.es/libros/199379/EL-BUSCADOR-DE-LA-FELICIDAD-La-Evolucion-del-Ser-Parte-5
Isaac Fernández de la Villa.
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