Hace algunos años, alguien leyó lo siguiente:(La Ley de Relaciones Positivas y Negativas subyace en todas estas etapas de despertar espiritual. Al principio, lo superior es siempre negativo para lo inferior; luego se producen esos cambios intermedios que hacen a lo superior positivo para lo inferior, y conducen al constante ascenso en el Camino de la Vida, y en la escala del ascenso espiritual.)
Y observando sus recuerdos, escribió lo siguiente:
Recuerdo cuando comencé a meditar. Era incómodo, las sensaciones posteriores eran de ansiedad, de una energía incontrolable dentro de mí, que mi condicionamiento usaba para torturarme mental y físicamente…
Hoy reconozco el motivo; aún no practicaba el dar energía, sólo quería acapararla… A esto se le unía gran pereza, la propia de la personalidad reacia a esforzarse en cosa alguna sin recibir beneficios inmediatos, evitando perseverar en todo aquello que nota incómodo o poco rentable; las excusas para no habituarme a trabajar espiritualmente salían a cada instante por todas las partes de mi ser… Aun así perseveré en forma alguna, las circunstancias de la vida me impulsaban a ello cruelmente, y aún con los inconvenientes que advertía, era mejor intentarlo que morir en el desánimo.
Ciertamente, esto comenzó a cambiar, con tiempo y esfuerzo, no sin crearme rechazo hacia aquello que me impulsaba a seguir adelante, pues lo intuía positivo y digno de prestarle atención por un lado, pero sufría consecuencias no deseadas por otro; veía que lo superior me llamaba, y al mismo tiempo se me mostraba aquello que hacía como algo a rechazar, como algo negativo.
El cambio fue dado por algo que podríamos llamar: La meditación en el fuego sagrado dentro del corazón, donde la afluencia de energía dejó de ser sólo en mí, para expandirla hacia arriba y horizontalmente, hacia los demás, hacia el mundo, y el universo… Esto me trajo la sensación gozosa que antes no sentía, la cual intuía fuertemente su existencia, pero nada de lo que aprendía o emprendía me llevaba a su encuentro rápidamente, como yo deseaba...
Ahora, el trabajo espiritual en este sentido, el de sentir gozo, paz, al realizar un servicio energético al mundo y más allá, es lo más importante en mi vida, lo más deseable, aunque la personalidad aún se revele, y a veces, se haga reacia a admitirlo para querer contrarrestarlo constantemente: Lo superior comenzó a convertirse en positivo para lo inferior.
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