LA PAZ ES POSIBLE.

Una MENTE ILUMINADA percibe por CONCEPTOS y no se deja llevar por elloos.
Un CORAZÓN ILUMINADO percibe por SENTIMIENTOS, y no se deja llevar por ellos.
Un FÍSICO ILUMINADO, percibe por SENSACIONES, y no se deja llevar por ellas:
Y NO DEJARSE LLEVAR es distinto a no hacer algo por MEJORAR NUESTRO MUNDO como realidad más cercana... ¿POR DÓNDE QUIERES EMPEZAR? (Isaac Fdez. de la Villa)...

miércoles, 25 de mayo de 2011

DESEO, FRUSTRACIÓN Y ENVIDIA.

El deseo surge por un desnivel entre nuestra situación actual y la posible sensación que nos producirá una imagen creada, la cual se hizo el objeto de nuestro deseo. Así, para que surja el deseo hacia algo; sea cosa, personas, o situación, debemos conocer ese algo de antemano, sea teniendo su imagen por haber experimentado su posesión antes, o creándola gracias a datos que tenemos en nuestra memoria.
La manifestación de los deseos participan en grados de una escala continua, de ahí que determinar que una cosa es deseo para que un grado más bajo no lo sea, será algo relativo y propio de cada individuo; ya que para dos personas y una misma cosa o situación observada, el grado de deseo variará hasta incluso ser opuestos en la calificación dada. Por ello, el deseo surge no tanto por la imagen deseada, sino por la comparación de esta con la imagen resultante de valorar nuestra situación actual.
Nuestra percepción crea los deseos o rechazos para motivarnos en una u otra dirección, según la valoración basada en dolor - placer; indicándonos que algo es recomendable o desechable.

Supongamos que surge en nosotros el deseo por ascender de puesto en el trabajo, porque nuestra percepción creó una imagen de cómo sería vivir con el ascenso, y al compararla con nuestra situación actual, se produjo el desequilibrio que nos impulsa para lograrlo.

(Ejemplo válido para infinidad de circunstancias, incluidos entramados envidiosos, motivados por deseos posesivos tanto hacia personas; por querer que alguien haga lo que deseamos, anhelamos, o esperamos de ellas, como por desear sus posesiones o circunstancias; por querer poseer lo que otros poseen y nosotros no). 
Entonces, se generan las energías que deberán ocuparse de lograr nuestra aspiración, porque tenemos una meta y nos sentimos capaces de alcanzarla... Comenzamos a esforzarnos para lograr el objetivo, y para el ejemplo, llevamos café al jefe, nos quedamos tarde en la oficina sin cobrar ese tiempo, sonreímos a nuestros superiores, nos peinamos y vestimos mejor,... 
Pero puede suceder que el jefe tenga un sobrino, o un hijo de un amigo al que le dan el puesto que ansiábamos y por el que tanto nos esforzamos: La Vida, puede tener otros planes alejados de nuestros deseos cuando involucramos en ellos a otras personas...
Nuestra meta se desvanece y la frustración aparece, para volvernos irritables, malhumorados, recelosos y creadores de intrigas y traiciones, para procurar hacer lo menos posible en el trabajo, y nos marcharmos antes sin saludar al jefe, para vivir tremendamente desdichados. Nuestra aspiración se estancó, arrastrando nuestra vida si en esa meta que no alcanzamos pusimos todas nuestras esperanzas evolutivas.
La frustración resulta de toparnos con una realidad que no contemplamos, cuando nos dejamos arrastrar, experimentar, guiar en adoración a una falsa imagen que fue creada por nuestra mente programada hacia el anhelo de satisfacción personal, en la cual pudimos deleitarnos durante mucho tiempo, sin sentir o hacer algo respecto a la falsa base donde estamos apoyando nuestras expectativas vivenciales expresivas.
En este caso, nuestra percepción tendrá que trabajar el doble. Primero corrigiendo el desequilibrio producido por nuestro deseo laboral, creado cuando nos imaginamos trabajando en un mejor puesto, y luego, cuando apareció la frustración una vez derrumbada la imagen objeto de nuestro deseo que no fue satisfecho. Y esto sin entrar en el desgaste individual por el derroche de energías que desperdiciamos para intentar conseguir lo deseado, donde las cadenas de causas y efectos se sucederán inevitablemente hasta que sean corregidas sus inercias...

Esto no significa que debemos caer en el extremismo de pensar que no hay que tener aspiraciones por mejorar nuestras vidas. Todo lo contrario. Debemos tener aspiraciones, al tiempo de contemplar que quizá no se cumplan nuestras expectativas...

El Buscador en sus aspiraciones se esfuerza, pero no se deja cegar por una victoria imaginaria. Avanza con una acción equilibrada, que si bien no le librará de sentirse decepcionado en numerosas ocasiones, no lo retrasarán en su camino cayendo en profundas depresiones causadas por la frustración. Se levantará rápidamente ante cualquier situación que lo pueda hacer caer. 



Isaac Fernández de la Villa.

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