LA PAZ ES POSIBLE.

Una MENTE ILUMINADA percibe por CONCEPTOS y no se deja llevar por elloos.
Un CORAZÓN ILUMINADO percibe por SENTIMIENTOS, y no se deja llevar por ellos.
Un FÍSICO ILUMINADO, percibe por SENSACIONES, y no se deja llevar por ellas:
Y NO DEJARSE LLEVAR es distinto a no hacer algo por MEJORAR NUESTRO MUNDO como realidad más cercana... ¿POR DÓNDE QUIERES EMPEZAR? (Isaac Fdez. de la Villa)...

martes, 24 de mayo de 2011

EL OSO Y EL ORO.

Estaba el oso sentado bajo un árbol masticando una jugosa rama de bambú. Su apacible vida era perfecta, no le faltaba que comer, no le faltaba donde dormir, y tenía algunos buenos amigos. Todo estuvo bien hasta que encontró una piedra brillante, era oro.
Él no sabía lo que era el oro, pero le atrajo su brillo. Y mientras lo observaba un rato para luego tirarlo y seguir pescando en el río, llegó un cuervo.
-¡Oro! -dijo sorprendido.
- ¿Oro?... -preguntó el oso.
– Sí, eso es oro… Por él he visto a los hombres matarse unos a otros, engañarse, mentirse, traicionarse, esclavizarse, cambiarlo por papeles de colores con los que poder comprar alcohol, drogas, placeres sexuales, y un sin fin de cosas inútiles... ¡El oro es valioso! –concluyó.
El oso creyó que la fortuna había venido a su encuentro. ¡Tenía oro!, algo más valioso incluso que la vida humana. Pero al instante pensó; que si los humanos se mataban por él, ¿qué no harían si veían a un oso con oro?... Y sintió miedo, y miró a los alrededores mientras escondía el oro con sus manos apretándolo contra su pecho…
Y miró al cuervo…

-¿No le dirás a nadie que tengo oro, verdad?
- No -dijo el cuervo, que inmediatamente se marchó volando.
Pronto vinieron a verle varios animales para preguntarles por el oro. Ya les había contado el cuervo.
El oso se sintió sorprendido pronto por el creciente interés que todos sentían por él. Incluido animales que siempre lo habían humillado querían ser su amigo…El oro le había traído nuevas amistades, y se sentía amado y querido… Pero ya no logró dormir como antes, para convertirse en aquel año, en el único oso del bosque que no pudo invernar, pues quedó alerta vigilando su preciado trozo de oro.
Cuando todos los osos despertaron, él, desvelado y sin fuerzas, seguía temeroso a perder el oro, para ser su mayor preocupación mientras los demás osos, seguían con sus vidas como si nada, en paz, pescando salmones, rascándose los pelajes en las cortezas de los árboles, paseando por el bosque olfateando.
Un día, el cuervo lo visitó de nuevo.
-¿Cómo te va la vida?... Ummmm… Ya no te veo sonreír ni descansar… Pero claro, con ese trozo de oro, ¿qué importa un poco de desvelo?, ¿no?... Aunque…, quizá puedas estar más tranquilo si yo te lo guardo…, así no tendrías que preocuparte tanto por él.
El oso miró su trozo de oro, y sintió que por él, su vida se había convertido en un infierno.
- ¿Me lo guardarías?...
- Pues claro, para eso están los amigos.
- Tómalo entonces…
En ese momento, unos cazadores vieron al oso.
- ¡Mira!, qué gran oso... Estupendo para una alfombra…
Ya lo tenían en la mira, cuando justo antes de disparar vieron que le entregaban algo brillante al cuervo.
- ¡Es oro!... –gritó uno muy sorprendido.
El cuervo se elevó con el metal “precioso”. Inmediatamente los cazadores le apuntaron en pleno vuelo y le dispararon antes que se alejase del alcance de sus armas.
El oso, oyendo los disparos se marchó rápidamente. Mirando atrás, vio cómo el cuervo caía con su tesoro. Y mientras corría, se lamentó de habérselo entregado, pues lo creía más valioso que la vida humana.
Lo que nunca supo, es que al entregarle el oro a un cuervo, además de haber salvado su vida, había hecho más importante a un pájaro considerado por el hombre de mal agüero, que a un oso; pues fue a éste, al que prefirieron dispararle antes que a él. Porque llevaba tan sólo, un trozo de oro, que no deja de ser una piedra… y que por muchas características especiales que a ella le atribuyesen, nunca debería valer más que una vida humana. 

Isaac Fernández de la Villa.

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